Esta exposición podrá verse en el granadino museo Casa de los Tiros hasta el 7 de noviembre de 2021. La fotografía de Cerdá y Rico cedida para esta exposición por Acacyr ha sido ampliada y reproducida en vinilo de corte e incluye un texto introductorio de la exposición.
A continuación publicamos una breve biografía sacada de la Tesis Doctoral de Matilde Torres López. Dirigida por la Dra. Rosario Camacho Martínez, de la Universidad de Málaga, en 2007.
Aurelia Navarro Moreno, que, aun habiendo nacido y formado como pintora en el siglo XIX, vivió hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, no ocultando su arte, ni su identidad, pero en el inicio de su floreciente carrera artística, se vio reprimida y frustrada por el desacuerdo de la familia, en definitiva, por la presión de una mentalidad.
Aurelia nació en Granada en 1882 pasando los años de su infancia y juventud en la casa natal a la entrada del Generalife. Se formó artísticamente con los maestros granadinos Larrocha y Muñoz Lucena y motivada por sus compañeros Rodríguez Acosta y López Mezquita, decidió seguir el ejemplo de ellos y participar en las Exposiciones Nacionales, que frecuentemente se celebraban en Madrid. Concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, cuando solo tenía 22 años, donde se le concedió una mención honorífica por su cuadro Sueño tranquilo, Dos años después obtuvo en la Exposición Nacional de 1906, otro premio con la obra Retrato de Señorita; en esa ocasión el jurado estaba presidido por Francisco Pradilla, que otorgó a la joven la tercera medalla. Ese premio se le volvió a entregar en la Nacional de 1908, con la presentación de su cuadro titulado Desnudo.
Fue pensionada por la Diputación Provincial granadina, en cuyos fondos artísticos está el cuadro Desnudo que presentó en la Exposición Nacional de 1908.
En el lienzo titulado Desnudo de mujer, de Aurelia Navarro, apreciamos una composición equilibrada, cuyo antecedente podíamos encontrar en la Venus del espejo de Velázquez, ya que guarda el mismo esquema: de espaldas y recostado un desnudo de mujer, cuyo rostro se ve reflejado en un espejo, de correcto dibujo y perspectiva, así como de pincelada suelta y brillante colorido.
Todos esos éxitos de la joven pintora en Madrid serían negativos hasta el extremo de cortar su brillante y prometedora carrera artística, pues su padre al ver la popularidad que iba tomando y el acoso de la prensa, se la llevó a Granada prohibiéndole que recibiera a los periodistas. Él y el resto de la familia pusieron toda clase de trabas y obstáculos, tanto a la popularidad, como al desarrollo de su arte. Ante los acontecimientos Aurelia decidió ingresar en una orden religiosa en 1923, eligiendo las Adoratrices y desde esa fecha solo realizó algunos trabajos pictóricos para su orden. Fue destinada a Roma en el año 1933.
Una buena pintora, por desgracia una realidad truncada. Fue creadora de una estética dirigida exclusivamente a la temática femenina.
Este ejemplo de nuevo nos muestra cómo una mujer y su creatividad se ven doblegadas por las imposiciones sociales y peor aún por las familiares, que no vieron en su obra una expresión auténtica de ella misma, y una experiencia en la técnica avalada por sus maestros, sino el miedo a que se le reconociera y afectara a su moral, cerrando para ello todos los vínculos que tenía la artista con su entorno, el mundo artístico y cultural en el que se movía, encerrándose en otra forma de vida donde su genio artístico y su labor pictórica, poco a poco se fue perdiendo con ella.
Pero como se ha mencionado anteriormente, la mujer, en este caso la artista, siempre ha estado, claro ejemplo de ello lo da Ceán Bermúdez en su comentario: “Aunque débil y delicado no ha dejado el otro sexo de darnos pruebas en todos los tiempos de que no le son ajenas las Bellas Artes”.
Esto es sólo un ejemplo de mujeres con inquietudes y capacidad artística que tuvieron que doblegarse y dejar su actividad, ante la presión y las obligaciones impuestas por la mentalidad de la sociedad en la que vivían, teniendo como prioridad la familia o la reclusión en un convento.