Manifiesto para que la encina milenaria de Cabra del Santo Cristo sea declarada Monumento Natural

El conocimiento y puesta en valor del patrimoniocultural, natural y paisajísticoresultahoy una necesidad para que nuestra sociedad pueda alcanzar un desarrollo sostenible. La Administración debe velar por ello, así que lo primero y necesarioes conocer cuáles sonlos valores patrimoniales de un territorio para garantizar su conservación ypara ello resulta fundamental la implicación y el concurso de la sociedad civil, bien a título particular, bien representada porcolectivos. Una sociedad que se implica en estos asuntos demuestra ser una sociedad avanzada. Justo lo que ha ocurrido con la encina milenaria y la petición que sobre su declaración de monumento natural hemos iniciado.Eso es lo que nos trae hoy aquí, bajo las mismas ramas que han sido testigo de nuestro devenir histórico a lo largo del último milenio.

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Porque… muy probablemente, este árbol ya fuera testigo del paso de las tropas cordobesas, cuando procedentes de Tudmir llegaron hasta la cercana Bagtawira para someter a aquellos rebeldes muladíes al poder Omeya. Luego vendrían años… siglos convulsos durante los que se sucedieron Reinos de Taifas, Almorávides y Almohadesque gestionaron este territorio del sureste de Sumuntan, hasta que en 1245 se establece aquí la frontera entre castellanos y granadinos. Como una cuña, estas tierras, entonces dependientes de la ciudad de Úbeda, formaron junto al adelantamiento de Cazorla una especie de vanguardia, si bien, aquí, por acuerdo del rey sabio quedaron las tierras yermaspara que ni los ganados de los unos ni de los otros pastasen en su término, ni bebieran las aguas de sus abrevaderos“.Tres siglos durante los que Cabrilla quedó despoblada, aunque cristianos y musulmanes continuaron disputándose estos pastos, provocando nuevos pleitos y sonadas reyertas.

Alcanzada la paz en 1492 volvieron a transitarse estos caminos y pronto, en 1545, se comienza a repoblar el sitio de Cabrilla por mandato del Emperador Carlos. Así, nuestro árbol también sería testigo en 1637 de la llegada de un arriero a la posada de María Rienda, entre cuyos enseres transportaba el preciado retrato del Cristo de Burgos, algo que vino a cambiar el devenir histórico de este lugar. Por aquí, justo por el camino que bordea esta encina pasarían peregrinos y cofrades procedentes de lugares como Zújar, Baza, o de Serón, y nuestro árbol marcaría el punto desde el que verían por primera vez el santuario de sus anhelos.

La agricultura no dejaría de ganarterreno a la ganadería, por lo que, a partir del siglo XVIII se prodigarían las roturaciones. El XIX comenzaría con la invasión francesa y seguiría con las fratricidas guerras Carlistas, algunos de cuyos protagonistas también transitaron por estos parajes, hasta que por fin comienzan las obras del ferrocarril y esta zona se convierte en una especie de “El Dorado” para muchos, como las gentes que procedentes en su mayor parte de Almería se dedicaron al carboneo… y la dehesa cada vez más esquilmada…Sucesos de triste recuerdo ocurrieron a muy poca distancia de aquí durante nuestra Guerra Civil, tras la que vendrían años de hambre, tiempos de cartillas de racionamiento cuando, los que aquí habitaban, en el mejor de los casos apenas se permitían una comida diaria.

Y siempre, la incansable lucha del hombre contra la dehesa. Una lucha que ya entrado el siglo XXI continúa con mayor voracidad si cabe, al albur de subvenciones y políticas económicas que buscan la mayor rentabilidad en el menor plazo, aunque ello vaya en detrimento de la calidad ambiental de las generaciones venideras.Pero nuestro árbol sigue aquí… reivindicando a su especie, casi desaparecida…¡Aliada de la suerte por sobrevivir a esta modificación continua del paisaje, sin que el filo de un hachahaya terminado con su vida… aferrándose a la tierra de siempre, inamovible al tiempo… CON ARRAIGO!

No solo es un árbol excepcional por sus valores materiales, sino por todo lo que nos aporta. De hecho, el Convenio Europeo y la ley actual otorgan al paisaje la consideración de elemento de bienestar, y por ello reivindicamosque el entorno de nuestra encina sea respetado, porque es una fuente de sensaciones y experiencias para todos los que buscamos el refugio bajo sus ramas.

Cuando la historia de Cabrilla reinicia su relato, allá por el siglo XVI, el rey Felipe II afirmaba:

“Una cosa deseo ver acabada de tratar, y es lo que toca a la conservación de los bosques y aumento de ellos, que es mucho menester y creo que andan muy al cabo; temo que los que vinieren después de nosotros han de tener mucha queja de que se los dejemos consumidos, y plegue a Dios que no lo veamos en nuestros días”.

Fue Leandro Olalla, en su artículo para el libro “Árboles Monumentales de España”, quien expresó a la perfección el verdadero valor de un árbol centenario:

“Pocas cosas hay que muestren mejor un esfuerzo colectivo, una dedicación, un respeto hacia lo que representan, que un árbol centenario. Estos sentimientos no tienen ni pueden tener, afortunadamente, una valoración económica. El trabajo de las personas y el coste de las actuaciones sí puede tenerla; y, en este caso, la acumulación de estas evaluaciones a lo largo de los años daría lugar a valores de decenas de miles de euros para un árbol cualquiera”…

…“A veces, solemos pensar que podemos hacer bien poco desde nuestra individualidad pero el viejo refrán del grano y el granero sigue siendo válido: la suma de muchos esfuerzos pequeños, la conjunción de muchas conciencias de respeto medioambiental, será, probablemente, lo único que, de verdad, podrá hacer realidad tales sueños. Estos sentimientos tienen que fraguar en los ciudadanos para que, desde ellos, cristalicen en acciones concretas cívicas y políticas”…

La palabra “patrimonial” adquiere hoy aquí su verdadero significado. Porque hoy, no sólo los cabrileños, sinolas gentes de Mágina y de otros lugares que se han adherido a esta iniciativase venreconocidos en este árbol.Un icono que debe ser tratado como merece tan venerable ejemplar de encina, no sólo por sus extraordinarios valores, sino porque como se ha dicho, testimonia un pasado común y un paisaje en vías de desaparición, o prácticamente desaparecido.

El uso eficiente de nuestros recursos naturales resulta cada día más necesario. Por eso, a medida que avance nuestro desarrollo social, la confluencia de la gestión sostenible con cualquier actividad económica será imperativa. Estamos convencidos de que la actividad económica no debe estar reñida con el escrupuloso respeto al medio ambiente en general y con nuestra encina en particular; y de que las declaraciones patrimoniales, aparte de ser importantes desde el punto de vista de la protección, lo son por el apoyo que suponen para la implantación de iniciativas de desarrollo local.Además, constituyen un elemento clave de afirmación de identidades y de cohesión social, por eso, una gestión inteligente del patrimonio lo puede convertir en un elemento clave de sostenibilidad.Hemos de ser generosos, tener amplitud de miras y nunca perder el horizonte del bien común. Porque no somos nadie para impedir que nuestros hijos continúen reconociéndose en este árbol y en el paisaje que lo rodea.

Hace más de una década que nuestra querida encina estáincluida en el Inventario de candidatos a ser declarados MonumentoNatural de Andalucía, por lo que creemos que ha llegado el momento de que definitivamente ostente la consideración patrimonial que merece.

Por todo lo expuesto, apelando al ConvenioEuropeo del Paisaje, donde se introduce la dimensión social del paisaje y se le otorga la consideración de elemento de bienestar,así como a la legislación vigente, pedimos vehementemente que la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio:

  • incoe expediente para declarar Monumento Natural la encina milenaria de Cabra del Santo Cristo, como árbol singular que es y que merece una especial protección.