El pasado veinticuatro de julio se conmemoró el centenario de la muerte de Arturo Cerdá y Rico con varios actos; un emotivo homenaje en el cementerio y la inauguración de la exposición “Diálogos en la distancia. Cerdá y Zabaleta”.
A las 10,30 fue la recepción en el ayuntamiento, donde acudieron autoridades municipales de Cabra y Quesada, mientras que Francisco Lozano, responsable del área de turismo lo hacía representando a la excelentísima Diputación Provincial. Miembros de Acacyr, con su presidente, Julio Cerdá a la cabeza, representando este además a los descendientes del ilustre hijo adoptivo de Cabra que se desplazaron desde diversos puntos de la geografía española, incluyendo Monóvar, su ciudad natal. No podían faltar representantes de la asociación de amigos de Rafael Zabaleta, cuyo presidente, Miguel Ángel Rodríguez es también el comisario de la muestra que se inauguró después. Tampoco faltaron a la cita Rosa Valiente, directora del museo Zabaleta, Ildefonso Alcalá, presidente de la asociación Saudar, o Manuel Amezcua, presidente de honor del Colectivo de Investigación de Sierra Mágina (Cisma) y de la Fundación Index.
En el cementerio, los asistentes se congregaron delante del panteón donde está enterrado Arturo Cerdá y Rico, mientras una suave brisa atenuaba el sol abrasador de julio. Julio Cerdá dio la bienvenida y agradeció la asistencia de todos durante un discurso en el que destacó la labor de algunos miembros de Acacyr, con un emocionado recuerdo a Isidoro Lara y a Manuel Urbano Pérez. Después tomó la palabra Fco. Javier Justicia, alcalde de Cabra, quien destacó lo importante de un acto tan merecido “por lo mucho que Cerdá ha dado a este pueblo”. Francisco Lozano, representante de la Diputación, destacó la figura de un artista que trasciende el ámbito local y provincial, y se mostró satisfecho por su participación en el acto. Con posterioridad, los tres intervinientes depositaron un ramo de rosas en el interior del panteón antes de que comenzara el recital poético.
El recital, cargado de simbolismo, comenzó con las notas de “Nuvole Bianche”, de Ludovico Einaudi, que estuvo magistralmente interpretada al piano por Alba Fajardo. El instrumento favorito de Cerdá, siempre tan presente en su casa no podía faltar en esta ceremonia civil. De manera oportuna, tras la ofrenda del ramo de rosas, Ana Jódar leyó el poema “Pobre rosa”, de Manuel Ruíz “Azorín”, paisano y amigo de Cerdá. Manuel Garrido recitó con posterioridad “Elegía a Ramón Sijé”, de Miguel Hernández, otra oportuna elección de un poema que aúna la tierra alicantina con Jaén y con Quesada en particular, cerrando el círculo por el que la figura de Zabaleta también terminó estando presente en este homenaje. Finalmente, Esther Jódar leyó “La calma después de la tormenta” de Giaccomo Leopardi, pues este poema nos sugiere y evoca muchas de las fotografías de Cerdá y Rico. La música lo envolvió todo durante unos minutos más hasta que finalizó el acto.
Los asistentes se desplazaron entonces a la casa-museo de Cerdá y Rico, en cuyo patio volvió a tomar la palabra el alcalde de Cabra para dar por inaugurada la exposición. Tras dar la bienvenida al representante del ayuntamiento de Quesada, este tomó la palabra para reivindicar la figura de ambos artistas como máximos exponentes de los dos pueblos vecinos. Por su parte, Francisco Lozano puntualizó que realmente no había tanta distancia entre ambos y que sus obras representan en buena medida los valores de la provincia. Finalmente, Miguel Ángel Rodríguez Tirado -comisario de la exposición- explicó cómo se había gestado la muestra, consecuencia de un artículo que le encargó Ramón López que salió publicado en el último número de Contraluz. A continuación pasaron a las salas donde están expuestos los veinticuatro paneles que conforman esta muestra que podrá verse en Cabra hasta el 31 de agosto, mientras que será a partir del 10 de noviembre cuando se pueda ver en Quesada. Aunque todo parece indicar que no serán estas las únicas localidades donde se pueda ver esta muestra de dos de los artistas más señeros del arte giennense.
Un aperitivo puso el broche de oro a tan memorable fecha en la que también se aprovechó para publicar las bases del XII certamen Cerdá y Rico de fotografía.